Resumen
Esta enfermedad es ya un proceso in-existente en Cuba, fue un flagelo de nuestra etapa de vida colonial que feneció en los primeros años de nuestra vida republicana, por ello, la Fiebre Amarilla habÃa pasado a ser en nuestra patria, un» reliquia histórica, un macabro fantasma del pasado que significó para nosotros un real estancamiento en nuestro desarrollo social y económico. Pero, ¡y he ahà la gran paradoja del destino!, también fue el pedestal sobre el que se elevó el más cimero de nuestros logros intelectuales, una de las proezas más destacadas y notables de la ciencia médica, que se tradujo en bienes inauditos para toda la Humanidad, y ese hecho fue, el descubrimiento, por un médico cubano. Carlos J. Finlay, del agente trasmisor de la Fiebre Amarilla, propiciando con ello la erradicación total de la forma epidémica, terrible y mortal de esta enfermedad.